La muerte de una niña de Jérica de doce años a causa de una peritonitis, lógicamente, está causando mucho revuelo. La primera reacción es de indignación porque la niña falleció después de que sus padres protagonizasen un angustioso periplo que comenzó en Viver, el Centro de Urgencias de su zona, donde, después algunas pruebas la enviaron de vuelta a casa con un dudoso diagnóstico de molestias ante su posible primera regla. Como la niña continuaba cada vez peor, después de volver a llevarla a Viver, la trasladaron al Hospital de Sagunto donde después de realizarle, al parecer, únicamente un análisis de orina y sin encontrar causa médica, la enviaron de vuelta a casa sin diagnóstico. Después, la familia, al ver que la niña se encontraba mucho peor, la llevaron al Hospital Clínico de Valencia, donde falleció a causa de que la apendicitis había derivado en peritonitis. Estos son los hechos, un evidente caso de negligencia. Las autoridades sanitarias han prometido que se estudiarán los hechos. Yo me quedo con la duda de si vamos a asistir a un circo médicomediático o un estudio serio y positivo de las causas y las responsabilidades civiles derivadas del asunto.
Es de sospechar que este caso únicamente se enfocará sobre las posibles negligencias de uno o más sanitarios concretos. Si es así, probablemente pronto estaremos en la antesala de una injusticia más. Un caso tan serio como este debería investigarse no solo con ánimo de hacer justicia punitiva, sino también para aprender, mejorar y no repetir errores, observándolo desde muchos ángulos y con varios tipos de miradas.
Para empezar, volando bajo, habría que analizar de modo independiente lo sucedido en cada uno de los tres centros médicos por donde pasó la niña; averiguar si el personal de esos centros está en condiciones de ofrecer un buen servicio, tanto en equipación y medios, como formación profesional. Esto podría dilucidar, o no, si se ha tratado de una suma de negligencias personales con resultados trágicos. Después, elevando la mirada, comprobar si los tres centros sanitarios implicados, están capacitados para dar un adecuado servicio, o, por el contrario, debido a falta de personal, espacio, medios económicos, o bien a falta de una adecuada gestión, dichos Centros carecen de garantías suficientes para ofrecer una adecuada atención sanitaria.
Todo esto debería contemplarse para extraer alguna lección de este penoso suceso. Y, puestos a juzgar, por favor, volemos aún más alto hasta vernos a nosotros mismos con perspectiva: ¿No seremos nosotros, los ciudadanos, los culpables de no hacer lo suficiente para detener el deterioro de nuestra propia Sanidad Pública, deterioro que el Sistema Neoliberal, desde hace años, viene llevando a cabo ante nuestras propias narices?
De ser así, tendríamos que reconocer estamos ante una más de las vergonzantes consecuencias de nuestra propia y cobarde negligencia.
