La feminización de la pobreza

Escrito por Nuria Afra Carbó Dolz
Jueves, 28 Marzo 2024 21:06

A lo largo de este mes de marzo, que ya llega a su fin, son muchas las reflexiones que se han planteado alrededor de las discriminaciones que sufrimos las mujeres y el rol desigual que ocupamos mujeres y hombres en la sociedad. Sin embargo, hay una cuestión, quizás mucho menos evidente que otras, en la que me gustaría detenerme. Un aspecto que, desde la concejalía de Servicios Sociales tenemos muy presente: cómo la pobreza afecta más a las mujeres que a los hombres.

Según la ONU, en 2030, globalmente, 236 millones de mujeres pasarán hambre, frente a 131 millones de hombres. Y es que, a pesar de los avances en términos de derechos y oportunidades, la pobreza sigue siendo una carga desproporcionada que recae sobre nosotras.

Las razones son diversas, pero, fundamentalmente, tienen que ver con las numerosas barreras a las que tenemos que hacer frente las mujeres en el plano social, el económico o el judicial, por poner algunos ejemplos. A mayor dificultad para acceder a recursos básicos -sean materiales, como las remuneraciones económicas, o inmateriales, como el tiempo-, mayor riesgo de empobrecimiento. Para poder entenderlo mejor, detallaré a continuación, algunos de los factores que, con más frecuencia, desde Servicios Sociales, detectamos.

En primer lugar, el más obvio: la brecha salarial, que aún persiste en la mayor parte de los sectores. Buena parte de las trabajadoras siguen cobrando menos que sus compañeros por realizar las mismas tareas. Una situación que, además, se ve agravada por dos cuestiones.

La primera, que, socialmente, aquellos sectores feminizados, como, por ejemplo, el de las limpiadoras, reciben una peor consideración y, por tanto, son los que se encuentran peor remunerados. La segunda, las numerosas dificultades que encuentran las mujeres para ascender en su carrera profesional y alcanzar puestos mejor pagados. La conclusión, según datos de CCOO y UGT, las mujeres ganamos 5.244 euros al año menos que los hombres.

A este respecto, cabe mencionar la cuestión de la maternidad. Muchas mujeres abandonamos o reducimos nuestra participación en el mercado laboral debido a la falta de políticas de apoyo, como el cuidado infantil asequible o determinados permisos remunerados, dando lugar a mayores dificultades económicas y, en definitiva, a la pobreza femenina. También ocurre con respecto a las tareas de cuidado de las personas mayores o el hogar, asumidas principalmente por las mujeres, que provocan que no puedan dedicar su tiempo ni su energía al trabajo remunerado.

Además de todo ello, quiero hacer hincapié el caso de las mujeres víctimas de violencia de género, ya que tienen un mayor riesgo de sufrir la pobreza al limitar, justamente esta violencia que se ejerce sobre ellas, su capacidad para trabajar, acceder a recursos y buscar oportunidades, a pesar de convertirse en el principal sostén de sus hogares, ya sea como madres solteras o cuidadoras.

La pobreza femenina requiere un enfoque integral, que incluye medidas para cerrar las brechas salariales, promover la igualdad de oportunidades educativas, políticas de conciliación familia-trabajo y la erradicación de la violencia de género.

Emprendamos la tarea de educar en igualdad y seamos creadoras y creadores de una convivencia más justa. Justa en toda la amplitud de significado. Que las generaciones siguientes sean valedoras de la única realidad posible para las mujeres en nuestra sociedad: igualdad, igualdad e igualdad.

Nuria Afra Carbó Dolz
Concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Sagunto

Más en esta categoría: « Color esperanza Dejando sitio »

 

 

SUCESOS

SALUD